Todo empezó con un café.

Bueno, en realidad, con un mensaje de Eduardo:
“¿Te apetece tomar un café?”

Él había escuchado mi historia: cómo la comedia fue mi salvavidas en la recuperación de una adicción que me había dejado al borde. Y algo de todo eso le resonó. Mucho.
No solo porque compartimos ese pasado -oscuro, complicado, pero transformado- sino porque él también había encontrado su tabla de salvación, solo que en otro lugar: el deporte.

Eduardo es uno de los fundadores de Sport2Live, una organización que utiliza la actividad física como herramienta de salud mental y recuperación.
Y ahí estábamos: un cómico y un deportista, los dos sobrios, los dos en paz con su historia, los dos con la misma obsesión en la cabeza:
¿Cómo ayudamos a otros a salir del pozo?

Ese café duró una hora.
Pero la conexión fue instantánea.

El humor, el deporte, las ganas de hacer algo con sentido.
La energía de quienes han tocado fondo… y han vuelto para contarlo.
Desde ese día no paramos de darle vueltas a la idea de crear algo juntos.

Hasta que, un par de semanas después, Eduardo me soltó la frase que cambiaría el rumbo de todo:

–Tengo un proyecto que llevo años soñando. Y tú encajas a la perfección.

Ese proyecto no tenía nombre todavía.
Hoy se llama TERONCA.

Y no es una idea.
Es una realidad.

Un campamento de recuperación para jóvenes, en plena naturaleza, donde trabajamos desde la terapia, el deporte, el humor y la convivencia.
Donde no damos lecciones, damos espacio.
Donde no curamos, acompañamos.

 

Hace poco hicimos las primeras fotos en el que ya es oficialmente el espacio TERONCA.
Un lugar que vamos a llenar de procesos reales, de grupos pequeños, de caminatas con sentido, de sesiones que tocan fondo y de jóvenes que merecen una segunda (o tercera) oportunidad.

¿Todo por un café?

Sí.
Porque cuando conectan dos personas con la misma herida… y las mismas ganas de sanar al mundo, pasan cosas.

Y esto no ha hecho más que empezar